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Trump cambia la fórmula de la Coca-Cola

El presidente asegura que la compañía ha accedido a endulzar su bebida con azúcar de caña en lugar de sirope de maíz. La empresa no confirma ese cambio

Donald Trump bebe una Coca-Cola en su club de golf de Florida, en octubre de 2022.
Iker Seisdedos

La fórmula de la Coca-Cola es uno de los secretos favoritos de la cultura popular estadounidense. Desde este martes por la noche (hora de Washington) es también uno de los muchos ámbitos a los que el presidente Donald Trump ha extendido los límites de su poder ejecutivo. Podría argumentarse que es algo personal: el famoso refresco es su bebida favorita. Trump aseguró en su red social, Truth, que la compañía ha accedido a endulzarla con azúcar de caña en lugar de con sirope de maíz, a petición suya. El anuncio está en consonancia con el hecho de que el Gabinete de Trump −con el secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr. y su ideario MAHA (siglas que en inglés piden que Estados Unidos vuelva a ser saludable) al frente− haya declarado la guerra a los edulcorantes y colorantes artificiales.

“He estado hablando con Coca-Cola sobre el uso de azúcar de caña REAL en la Coca-Cola en Estados Unidos, y han aceptado hacerlo. Me gustaría dar las gracias a todos los responsables de Coca-Cola. Será una decisión muy acertada por su parte, ya lo veréis. ¡Es simplemente mejor!“, escribió Trump en su red social.

Conviene aclarar que el cambio no afectará a su versión favorita del refresco, la Coca-Cola light (diet, en Estados Unidos), que no tiene azúcar (o sirope de maíz). Tan lejos llega esa pasión que es famosa la anécdota que cuenta que el presidente ordenó instalar durante su primera Administración un botón rojo en el escritorio del Despacho Oval que llama a un mayordomo de la Casa Blanca para que inmediatamente le traiga una.

La compañía no ha confirmado el cambio de receta anunciado por Trump. Un portavoz de Coca-Cola, con sede en Atlanta, señaló en un comunicado que la empresa aprecia el entusiasmo de Trump y prometió que pronto se compartirían “más detalles” sobre nuevas ofertas en sus productos.

La empresa no se extendió más que ese par de líneas. La compañía ha complacido durante mucho tiempo a los fanáticos estadounidenses del azúcar de caña importando botellas de vidrio de Coca-Cola mexicana a Estados Unidos desde 2005 (porque se ve que en este particular Trump sí envidia el estilo de vida mexicano). La fórmula de la Coca-Cola, por tanto, por más secreta que aseguren que sea, no es única. Los ingredientes cambian según los países y algunos de los consumidores compulsivos de la bebida saben apreciar la diferencia.

Malas noticias para los productores de maíz

Volver al azúcar en la producción estadounidense, sin embargo, podría afectar a los agricultores de maíz del país, cuyas cosechas se utilizan en edulcorantes artificiales. “Reemplazar el jarabe de maíz de alta fructosa con azúcar de caña no tiene sentido”, afirmó John Bode, presidente y director general de la Asociación de Refinadores de Maíz, en un comunicado citado por AP.

“El presidente Trump defiende los empleos de manufactura estadounidenses, a los agricultores estadounidenses y la reducción del déficit comercial. Reemplazar el jarabe de maíz de alta fructosa con azúcar de caña costaría miles de empleos en la manufactura de alimentos de Estados Unidos, deprimiría los ingresos agrícolas y aumentaría las importaciones de azúcar extranjera, todo sin ningún beneficio nutricional”, añadió.

Como tantas empresas importantes, Coca-Cola ha tratado de mimar su relación con el mandatario republicano. El propio presidente de la compañía, James Quincey, entregó a Trump una edición especial de la Coca-Cola light conmemorativa de la investidura presidencial en su segundo mandato. La empresa contribuyó a los fastos de la toma de posesión con una donación de 289.750 dólares.

Trump logró también unir a Coca-Cola y Pepsi-Cola en un anuncio en que la asociación del sector alababa las políticas del presidente de Estados Unidos y que se publicó a toda página en algunos de los principales periódicos estadounidenses.

“El presidente Trump está luchando para hacer crecer la fabricación estadounidense. Para dar prioridad a los trabajadores estadounidenses. Para recuperar el orgullo por los productos fabricados aquí mismo. Esto es lo que hacen cada día las empresas de bebidas estadounidenses”, sostenía el texto del anuncio en el que aparecían los logos de diferentes marcas de refrescos.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal jefe de EL PAÍS en EE UU. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.
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